Les invito a encontrarse con este cruel Cronos que devora a sus hijos

viernes, 26 de julio de 2013

Solyenitsin

(Fotografía de : http://eldiaenquemesalieronalas.blogspot.com/2011_10_09_archive.html)

Este domingo pude cumplir una de mis grandes pasiones. Fui a una feria de cachureos en Santiago, extensa feria de "coleros" en Conchalí y , bajo un sol suave de invierno me di el gusto de buscar y rebuscar entre tanta bagatela y curiosidad cosas insospechada. Como me tardo mucho en comprar, regateo, anoto mentalmente lo que me gusta, sigo y vuelvo sobre mis pasos hasta que finalmente: compro.
Invariablemente,  demoro la compra porque no sé moverme en ciertas especies con soltura y seguridad respecto a el valor de cada producto. Donde sí tengo certezas y no dudo en pagar a la primera, es cuando encuentro libros.
No se trata de esas compras que uno hace en San Diego, donde el Vendedor ha hecho de la venta de libros usados un oficio y , por tanto los libros están sobrevalorados. Me gusta cuando descubro a alguien que vació un cuarto de su casa e ignora lo que vende. Así compré una vez en Los Andes El Padrino de Mario Puzo. Una versión amarillenta y desflecada pero que disfruté antes de comprar la saga de la película y verla, exclamando con tono autorizado "Era mejor el libro"
Mi hallazgo de este domingo fue el libro "Pabellón de cancerosos de Alejandro Solyenitsin.  Una 6º edición de la editorial Ercilla de 1969. En su portada la firma de tres ¿Hermanos? que fueron dueños de este libro en fechas que van de 1969  llegan a 1975. Pondría mi firma en la portada y la fecha 2013, para asegurar esta propiedad transitoria que solo se materializará cuando  concluya su lectura y cuando vuele a otras manos.
El vendedor me cobró $1.000 y no quiso rebajarse argumentando "Usted y yo sabemos de quién estamos hablando". Me causó gracia su comentario cómplice. ¿Por qué lo compraba yo? Porque alguna vez en mi infancia o juventud su lectura fue descartada por algún adulto cercano que lo calificó e "reaccionario" . Bien, por solo mil pesos tenía la oportunidad de develar si era así o no.

Estoy leyendolo recién,  pero ya me han cautivado algunos pasajes como cuando Kostoglotov describe los labios de  la doctora y afirma: "Tenía unos labios que  se hubiera dicho vivos, independientes, prontos a remontarse , a apuntar hacia el cielo,  como la alondra. Todos los labios están hechos para besar, pero ellos tenían además una misión, que les era privativa: la de murmurar frases de felicidad" ¿Cuanta poesía en una sola observación?

Más cautivante aún  y referido al tema del tiempo vivencial: "Aquel otoño aprendí que el hombre puede cruzar la línea que lo separa de la muerte permaneciendo , al mismo tiempo, en un cuerpo todavía vivo. Aún hay en uno, en alguna parte, sangre que fluye; pero psicológicamente ha pasado uno ya por la preparación  que antecede a la muerte, y ya ha vivido la muerte misma. Todo cuanto uno ve a su alrededor , lo ve ya como después de la tumba, sin pasión, y por más que uno no se incluya en el número de los cristianos, y aún cuando a veces se sitúe en el lado contrario, he ahí que de repente se da cuenta de que ha perdonado del todo  a los que le habían ofendido y de que ya no les tiene odio a los que lo persiguieron. Todo ha llegado a serle indiferente, y no hay más.; ya no se sienten impulsos de reparar nada; no se tiene ningún remordimiento. Hasta diría que se encuentra uno en un estado de equilibrio, en un estado natural, como los árboles, como las piedras."

Y yo me pregunto, ¿Cuántos moribundos y desahuciados he conocido que se encuentran viviendo ese tiempo imperceptible que antecede a la muerte con esa entrega y ese equilibio sin alteración, sin esperanza?

Y ¿Cuántos?, vivos aún, rozagantes de salud y que, sin embargo  experiementan ese tiempo sin sentido y son "víctimas del spleen", como en el poema reír llorando.

Un tiempo inaccesible o a lo mejor no....







miércoles, 17 de julio de 2013

Lo bello y lo triste

Llegué a él de la manera más azarosa. En la estantería del tercer piso de la magnífica biblioteca Nicanor Parra de la UDP, buscando el Ensayo sobre la locura de José Saramago. Buscaba en Literatura Portuguesa, claro está y al no hallarlo, me moví unos metros hacia el estante de literatura de otras latitudes. De todo: India, Afgana, China y Japonesa. Estaban "los cisnes salvajes" de Chang Jung que leí hace unos años una autobiografía que relata la vida de su abuela, de su madre, bajo la ocupación japonesa de China y de la misma autora bajo la Revolución Cultural Maoista. Un retrato descarnado de los excesos y atrocidades que se comete en nombre de la libertad y del dolor de los pueblos que padecen estos gobiernos. Bueno, iniciaba mis vacaciones de invierno y opté por pedir un libro de Yasumari Kawabata: "Lo bello y lo triste". Me ha dejado una impresión de blandura y suavidad en el trazo con el que describe, sobretodo el ambiente y las emociones que sienten los protagonistas. El amor, la venganza, el abandono,el temor, la sospecha, la furia y los celos, emociones tan humanas, pero que descritas por el autor con tanta frescura aparecen como inéditas, como de otra dimensión. Mención especial merece el contexto de cada capítulo, la descripción de las tradiciones, los jardines, los templos y la pintura impresionista de los espacios en que cada conversación se da en que la niebla, el brillo de la luna, el tinte de los campos de té, el color de los acantilados de piedra y el brillo del agua, son un personaje más que contribuye a aumentar la sensación de blandura y de contemplación que esta novela inspira. Después de la lectura de este libro ¿O será un sello de la literatura oriental? Qusiera ver mi entorno con esos ojos mansos y receptivos. Quiera ver con ese tercer mirada intuitiva y sensible similar al deseo que me dejó "El perfume " de Patrick Süskind donde también aspire a oler el mundo con la sensibilidad superdotada de Grenoulle. Pese a esa apacible descripción, lo hechos se precipitan en los últimos dos capítulos de manera vertiginosa. La primera percepción que tuve sobre el personaje principal y sobre lo terrible que había hecho a quienes le rodeaban y a quienes amaban, ese sentido de desear para él un castigo, se convierte en las páginas finales en incredulidad respecto al desenlace que significaría más dolor aún en un espiral exquisitamente desarrollado por Kawabata. Y como siempre, un pasaje subrayado, en especial el referido a la percepción sobre el tiempo: "El tiempo pasó. Pero el tiempo se divide en muchas corrientes. Como en un río hay una corriente central rápida en algunos sectores y lenta, hasta inmóvil, en otros. El tiempo cósmico es igual para todos , pero el tiempo humano difier con cada persona . El tiempo corre de la misma persona para todos los seres humanos ; pero todo ser humano flota de distinta manera en el tiempo"