Les invito a encontrarse con este cruel Cronos que devora a sus hijos

miércoles, 17 de julio de 2013

Lo bello y lo triste

Llegué a él de la manera más azarosa. En la estantería del tercer piso de la magnífica biblioteca Nicanor Parra de la UDP, buscando el Ensayo sobre la locura de José Saramago. Buscaba en Literatura Portuguesa, claro está y al no hallarlo, me moví unos metros hacia el estante de literatura de otras latitudes. De todo: India, Afgana, China y Japonesa. Estaban "los cisnes salvajes" de Chang Jung que leí hace unos años una autobiografía que relata la vida de su abuela, de su madre, bajo la ocupación japonesa de China y de la misma autora bajo la Revolución Cultural Maoista. Un retrato descarnado de los excesos y atrocidades que se comete en nombre de la libertad y del dolor de los pueblos que padecen estos gobiernos. Bueno, iniciaba mis vacaciones de invierno y opté por pedir un libro de Yasumari Kawabata: "Lo bello y lo triste". Me ha dejado una impresión de blandura y suavidad en el trazo con el que describe, sobretodo el ambiente y las emociones que sienten los protagonistas. El amor, la venganza, el abandono,el temor, la sospecha, la furia y los celos, emociones tan humanas, pero que descritas por el autor con tanta frescura aparecen como inéditas, como de otra dimensión. Mención especial merece el contexto de cada capítulo, la descripción de las tradiciones, los jardines, los templos y la pintura impresionista de los espacios en que cada conversación se da en que la niebla, el brillo de la luna, el tinte de los campos de té, el color de los acantilados de piedra y el brillo del agua, son un personaje más que contribuye a aumentar la sensación de blandura y de contemplación que esta novela inspira. Después de la lectura de este libro ¿O será un sello de la literatura oriental? Qusiera ver mi entorno con esos ojos mansos y receptivos. Quiera ver con ese tercer mirada intuitiva y sensible similar al deseo que me dejó "El perfume " de Patrick Süskind donde también aspire a oler el mundo con la sensibilidad superdotada de Grenoulle. Pese a esa apacible descripción, lo hechos se precipitan en los últimos dos capítulos de manera vertiginosa. La primera percepción que tuve sobre el personaje principal y sobre lo terrible que había hecho a quienes le rodeaban y a quienes amaban, ese sentido de desear para él un castigo, se convierte en las páginas finales en incredulidad respecto al desenlace que significaría más dolor aún en un espiral exquisitamente desarrollado por Kawabata. Y como siempre, un pasaje subrayado, en especial el referido a la percepción sobre el tiempo: "El tiempo pasó. Pero el tiempo se divide en muchas corrientes. Como en un río hay una corriente central rápida en algunos sectores y lenta, hasta inmóvil, en otros. El tiempo cósmico es igual para todos , pero el tiempo humano difier con cada persona . El tiempo corre de la misma persona para todos los seres humanos ; pero todo ser humano flota de distinta manera en el tiempo"

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